Ratoncito y la Luna de queso.





E
rase una vez, un pequeño ratoncito que vivía en el tronco del árbol más grande de una granja,  su casa era muy linda, cálida, tenía muchos amigos y se sentía muy feliz ahí.
Salía todas las mañanas a saludar a su amigo Albert Cuak, un Pato muy divertido residente de la granja y con él se pasaba horas conversando y riendo de todo, al lado del estanque
de la laguna, que quedaba muy cerca de su casa.
Un día de regreso a casa, el pequeño ratoncito, se encontró a orillas del camino un trozo de queso, el cual llevo a casa y cuidaba con gran devoción. Pasaba el tiempo contemplando su lindo color amarillo y suspiraba cada vez que lo veía, para él era su gran tesoro.
Un día, al salir de su casa, dejó la puerta abierta y sin querer se cruzo con una traviesa Hormiga,  a la cual llamaban Matilde,  saludándole muy cordialmente siguió su camino y Matilde de curiosa entró a la casa del pequeño ratoncito y robó aquel invaluable tesoro.
Al regresar, se dio cuenta de lo que había pasado y paso día tras día buscando su queso, hasta que Matías el Saltamontes, que descansaba en el árbol, le contó lo sucedido y el pequeño ratoncito  rápidamente, se dirigió a casa de Matilde para reclamar lo que le pertenecía. Matilde, asustada y triste, devolvió el queso y feliz a su casa volvió el Ratoncito.
Así llegó la noche y el pequeño ratoncito se desvelo por miedo a que le robasen su queso, se quedo mirando por la ventana y contaba cada una de las estrellas, pero aquella noche algo mágico pasó, ya que aquel pequeño ratoncito no conocía la Luna y al salir esta quedó Maravillado y atónito con tal belleza ya que él pensó que la Luna era de Queso y no podía despegar sus ojos de ella  quedándose en vela. Así paso por varios días, hasta que una noche quiso tocarla, se abrigo sus orejas, y llevo consigo su queso hasta la ladera del estanque de la laguna y allí espero, hasta que apareció su reflejo en el agua, con ojos llenos de ternura estiró sus pequeñas manitos y logró tocarla. Tanta alegría invadió a aquel pequeño ratoncito que se quedo dormido en ese lugar abrazando su queso.
Por la mañana, su amigo Alfred lo encontró en aquel lugar, y  sobresaltado despertó, con una gran sonrisa, llenito de alegría, tomó su queso y tarareando volvió a  casa.
A esperar de nuevo la noche, para estar de nuevo con su Amor, La luna de Queso.


pd: los cuentos no son mi fuerte, es la primera vez que escribo uno :)

1 comentarios:

Rochy D 19 de julio de 2013, 14:55  

Pues para ser la primera vez que escribes un cuento, esta super bien. Felicitaciones, mil y mil gracias por compartir tan bellas palabras que solo pueden brotar de un noble corazón lleno de sentimientos sinceros.

No dejes de escribir nunca, por que en algún lugar existe un corazón que vuelve a creer y a latir con frenesí al leerte.

Un fuerte abrazo desde Colombia :D

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A un Rincón de Palabras que echa prosa, pensamiento y/o poesía, nos llevarán a lugares mágicos, lejanos y quizás inciertos, simplemente, por ser lo que son, solo letras del corazón que envuelven Sentimientos puros del Alma mía.

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