Soy el principal testigo de los acontecimientos de mi vida. En aquellas noches en que el desvelo viene a tocar mi puerta, sin piedad, mientras la lluvia se deja sentir fuerte e impetuosa, dejando mi ensordecido silencio preso en mi vaso de whisky. Miro a través de la ventana y las calles me invitan a recorrer aquellos tenues rincones de la cuidad, tomando mi paraguas y gabán, salgo. La lluvia y el viento golpea fuerte mi cara, y las luces se van apagando a mi paso, quedando en penumbras aquel callejón en donde se escuchan risas, entre gritos y gemidos... Para dar paso a un largo silencio, cuando un disparo rotundo se pierde en medio de la oscuridad, dándole paso a mi curiosidad. Acercándome lentamente, dejando el miedo en la esquina del burdel, sigo paso a paso, hasta encontrar tirado en el suelo el cuerpo de una mujer, con el rímel en forma de lágrimas y a su lado, un arma calibre 38, en medio de la nada, cuando la lluvia se hacia cada vez más intensa, tanto como los latidos de mi corazón, apoderándose de mi la desesperación y el miedo, aquella sensación de detener el tiempo y de no haber sido testigo de aquel encuentro desafortunado entre la vida, la muerte y el silencio, y estar tranquilamente bebiendo mi vaso de whisky en mi habitación.
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